Autoridades Departamento de Comercio de los Estados Unidos y la Comisión Europea, han retomado la mesa de negociaciones, luego que de que el pasado 16 de julio, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, ordenara la anulación del convenio que regulara la transferencia de datos EU-USA. A partir del denominado caso “Schrems II”, en alusión al abogado austríaco que precisamente, también promovió la supresión en 2015 del finado Save Harbour (norma precedente al Privacy al Shield).
No obstante, las condiciones del escenario han variado. Ahora no se busca (por lo menos inicialmente), la creación de un nuevo marco convencional, sino más bien, depurar lo ya existente. Un Privacy Shield II. No en vano, cerca de cinco mil empresas, incluyendo las más fuertes del mercado de las tecnologías se encuentran certificadas ante el mecanismo.
El problema esencialmente reside en el hecho de que las Agencias de Seguridad americanas, mantienen sus extensos brazos sumergidos en el extenso mar de la data personal recopilada por las plataformas de tecnología. Obsérvese que estamos hablando de un mercado total cercano a los 800 millones de personas.
De momento, mecanismos como la “homologación”, permiten previa autorización de los órganos reguladores europeos, la continuación individualizada de transferencias. La intención es clara, brindar una remozada solución pues ambas partes han manifestado sin moderaciones, la necesidad de restituir el orden funcional en la materia.
El tema de fondo sigue constituyendo la variación de una posición filosófico-jurídica. Si los Estados Unidos deciden dar (o comenzar a dar), sólidos pasos en su contexto federal a fin de traducir la Protección de Datos Personales, más allá del propio ámbito de los temas relacionados con consumo o productos financieros. Esto, con el objeto de dar las primeras luces de una nueva concepción en la materia, aquella que enmarca tales asuntos en el resguardo de los derechos del individuo, como un todo.