La siembra de árboles es, en principio, una acción loable que promueve la conservación ambiental y el embellecimiento de las propiedades. No obstante, cuando esta práctica se realiza sin el debido respeto a las normas y derechos de los vecinos, puede convertirse en un foco de conflictos y dar lugar a reclamaciones legales. En el ámbito del derecho civil, la perturbación generada por árboles sembrados cerca de los linderos de una propiedad ajena es un tema que requiere un análisis cuidadoso de las disposiciones legales y las obligaciones que derivan de las relaciones de vecindad.
Índice
Marco normativo: obligaciones de los propietarios
El derecho de acción en casos de perturbación
Principios de vecindad y responsabilidad
Consecuencias legales del incumplimiento
El Código Civil regula las distancias mínimas para la siembra de árboles respecto a los linderos de propiedades ajenas. Este marco tiene como finalidad evitar daños materiales y preservar la armonía en las relaciones vecinales. Por ejemplo, en Costa Rica, el artículo 403 establece que los árboles grandes deben sembrarse a una distancia mínima de cinco metros de los linderos, mientras que los arbustos y árboles pequeños deben mantenerse a una distancia de al menos dos metros. Dice literalmente dicha norma: "nadie puede plantar árboles cerca de la heredad ajena, sino a distancia de cinco metros de la línea divisoria, si la plantación se hace de árboles grandes, y de dos metros, si la plantación es de arbustos o árboles pequeños"
La normativa se sustenta en la necesidad de prevenir consecuencias negativas como:
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Cuando un árbol es sembrado en contravención de las disposiciones legales, el propietario afectado tiene derecho a solicitar medidas correctivas. Este derecho no prescribe mientras persista la infracción, ya que la perturbación es continua y genera efectos acumulativos. Las acciones legales pueden incluir:
En la jurisprudencia costarricense, los tribunales han reiterado que la siembra de árboles a menor distancia de la permitida constituye una infracción que afecta tanto los derechos del propietario vecino como la seguridad de su inmueble. Un caso notable fue resuelto por la Sala Primera de la Corte Suprema, donde se ordenó la eliminación de árboles plantados a menos de cinco metros de un lindero, además de la compensación por daños ocasionados (sentencia 00560-2006, emitida por la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia del 17 de agosto de 2006).
El tribunal destacó que la normativa no solo busca proteger los bienes materiales, sino también el derecho al uso pacífico y pleno de la propiedad. Asimismo, señaló que el incumplimiento de las distancias mínimas estipuladas no puede ser subsanado mediante el paso del tiempo o el consentimiento tácito, es decir, no es susceptible de extinción por el transcurso del tiempo.
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Más allá de las normas estrictamente legales, el derecho civil también enfatiza los principios de convivencia y cooperación entre vecinos. El respeto a las distancias de siembra es un ejemplo de cómo las obligaciones de vecindad trascienden el interés individual para favorecer el bien común. Entre las medidas que se pueden adoptar para prevenir conflictos se encuentran:
El incumplimiento de las disposiciones sobre la siembra de árboles puede tener varias consecuencias legales, incluyendo:
De relevancia en el tema, podemos citar el voto N° 560-F-06 de la Sala Primera, en el que destacó que "el derecho a pedir el amparo jurisdiccional no prescribe" cuando se trata de la poda de ramas y raíces que invaden propiedades vecinas. Este fallo subraya la permanencia del derecho del afectado a solicitar la corrección de situaciones que puedan causar daño o peligro.
Además, la sentencia del Tribunal Segundo Civil, Sección Primera, Voto N° 19 del 25 de enero del 2006, enfatiza la importancia de actuar conforme a la buena fe y el deber de indemnizar los perjuicios causados por construcciones o plantaciones que afecten a los vecinos.
La siembra de árboles, si bien es una actividad deseable desde el punto de vista ambiental, debe realizarse dentro de un marco de respeto a las normativas legales y los derechos de los vecinos. Desde el derecho civil, la regulación de esta práctica busca equilibrar los intereses individuales con los colectivos, asegurando que el ejercicio de la propiedad privada no genere molestias o riesgos indebidos a terceros.
En este sentido, es esencial que los propietarios asuman una actitud proactiva y respetuosa, evitando situaciones que puedan dar lugar a litigios. El cumplimiento de las distancias mínimas de siembra, sumado a un mantenimiento adecuado, no solo garantiza la seguridad y la armonía, sino que también promueve una convivencia basada en el respeto mutuo y la responsabilidad.